fbpx

Migraciones con mirada feminista: DAWN en el Foro Social Mundial

Mujeres de países diversos se embarcan todos los días en un viaje incierto. Llevando de la mano a sus hijas e hijos o dejando su familia atrás, sobreponiéndose a los abusos, arriesgándose a sufrir múltiples violencias. La migración es un proceso que requiere una mirada feminista, y por eso DAWN organizó el 2 de noviembre, en el marco del Foro Social Mundial de Migraciones en México y en articulación con Poder, un taller con perspectiva feminista sobre migración, derechos humanos y desarrollo, con foco en las experiencias de Venezuela y México. Representantes de organizaciones de migrantes y de la sociedad civil, migrantes y académicos conformaron el heterogéneo público de un taller que sirvió para estrechar los lazos entre organizaciones que trabajan sobre migraciones con distintas perspectivas y en diferentes países.

Alejandra Scampini, asociada de DAWN, señaló que es necesario que el movimiento feminista se involucre más en las discusiones sobre migraciones. En ese sentido, resaltó la oportunidad que supuso este taller para motivar una reflexión más global sobre la migración: “Fue una posibilidad de poder escucharnos de primera mano y de poder conocernos, de establecer vínculos”.

Marcela Ballara, consultora internacional en Género e integrante de la Red de Educación Popular Entre Mujeres (REPEM), destacó que el taller fue exitoso porque permitió trascender los estudios de caso y realizar un abordaje global y en profundidad del fenómeno de las migraciones con un enfoque feminista. Recordó que el único instrumento internacional que realmente reconoce la diferenciación entre hombres y mujeres y la necesidad de hacer políticas específicas de género es la Convención Internacional sobre la Protección de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, que entró en vigor en 2003 y es vinculante para los países que la adoptaron. Destacó asimismo que las políticas públicas de la región en materia de migración han abierto un espacio importante para que las mujeres tengan equidad en el tratamiento de salud y que los hijos e hijas de estas mujeres se puedan integrar a la educación formal.

En el taller, Ballara destacó que la feminización de la migración es una estrategia de resistencia ante la pobreza y exclusión de las mujeres, y una estrategia de sobrevivencia económica familiar. Mencionó que un aspecto positivo de la migración para las mujeres es que en muchos casos genera empoderamiento e incrementa la autonomía. Las mujeres que están un tiempo fuera de sus hogares, en otros países, envían dinero a sus casas y son las que deciden en asuntos importantes de la dinámica familiar. Al mismo tiempo, muchas veces las tareas de cuidado de las hijas e hijos recaen sobre otros integrantes de la familia. Todo esto genera cambios en las relaciones de género y determina que muchas veces esas mujeres regresen a sus países en una situación de más empoderamiento, con un estatus más reconocido en su familia.

Rita Robles, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdoba, México, coincidió en la importancia de abordar estos temas con un enfoque feminista y regional, porque en general las organizaciones de mujeres en cada país están enfocadas en el contexto nacional y no ponen foco en los procesos de migraciones. Contribuye a la poca visibilidad el hecho de que las mujeres migrantes están en tránsito y prefieren pasar desapercibidas para evitar la deportación.

Los casos de Venezuela y México

Masaya Llavaneras, economista y consultora internacional, expuso el panorama de la migración venezolana en números. Según datos de Encovi (2017) y Sinergia (2018), en 2017 hubo 1,3 emigrantes por cada hogar venezolano. Casi el 80% de la emigración reciente desde Venezuela salió durante 2016 y 2017 y el 88% tenía entre 15 a 59 años. Casi la mitad de esas personas tiene formación universitaria y los destinos de preferencia de la última corriente migratoria son países latinoamericanos, especialmente Colombia, Panamá, Chile, Argentina, Perú y Ecuador.

Llavaneras explicó que esta migración se produce fundamentalmente por el debilitamiento o ausencia total del Estado en la provisión de servicios sociales y legales, en particular por las carencias en la provisión de salud, así como por el empobrecimiento de los salarios y la escasez de bienes básicos. La desnutrición aguda en niños y niñas menores de 5 años en Venezuela pasó de 8% en 2016 a 16,2% en 2017 y la mortalidad materna aumentó 66% entre 2016 y 2017.

Las venezolanas que migran enfrentan situaciones particulares: la sexualización del imaginario en torno a las mujeres venezolanas incrementa su vulnerabilidad a la explotación sexual, problema que se agudiza por la crisis de documentos y la urgencia de conseguir ingresos. Además, la infraestructura en los centros de recepción y refugio en muchos casos coloca a las mujeres en riesgo en los espacios mixtos.

Rosa Elena Acevedo es politóloga y presidenta ejecutiva de la asociación civil venezolana Uniandes, una organización que informa a las mujeres migrantes sobre sus derechos, porque “las mujeres son las figuras principales en la lucha contra la pobreza” y “no podemos permitir que se vayan indefensas”, explica. Acevedo destacó la importancia de la realización del taller y remarcó que es necesario trabajar más para consolidar una mirada de género sobre las migraciones.

El análisis de la realidad venezolana y mexicana en un mismo espacio permitió ver puntos en común de los procesos de migración en ambos países, que afectan principalmente a las mujeres. Por ejemplo, las situaciones de trata de personas y explotación sexual. En Venezuela, debido a la crisis social y económica y a la dificultad para obtener documentación y realizar trámites de legalización, las personas muchas veces salen del país de manera irregular, sin pasaporte. Le pagan a redes ilegales para poder trasladarse a Colombia, y en ese marco son más vulnerables a las redes de trata y de explotación laboral. “Están en una situación de total vulnerabilidad. No conocen sus derechos, no conocen los derechos que les otorga el país”, graficó Acevedo.

En México, separan a las madres de sus hijos al ingreso al país, desconociendo que en estos casos debe prevalecer el interés superior del niño y se debe fomentar la unión familiar, mencionó la presidenta de Uniandes.El éxodo migratorio que partió de Honduras con dirección a Estados Unidos y que hoy está en México también estuvo en la discusión. Rita Robles sostuvo que ningún país está preparado para recibir familias completas: no se toman medidas de asistencia humanitaria, no hay espacios físicos para que las familias puedan estar seguras sin sufrir violencia, en particular si las mujeres viajan solas. En México, si las mujeres no están regularizadas pero tienen hijas/os, ellas pueden ser deportadas pero sus hijas/os no.En este contexto, las situaciones de trata y la explotación laboral están a la orden del día, y la migración es un factor más de vulnerabilidad. “El cuerpo en la migración es la moneda de cambio”, graficó Robles. Estos conceptos fueron reforzados también por el colectivo mexicano Kaltsilaltik, que trabaja sobre derechos sexuales y reproductivos.

Nuevos espacios

El Foro Social Mundial de Migraciones, en su octava edición, tuvo como una de sus principales novedades la conformación de una Asamblea Mundial de Mujeres en las Migraciones, como un espacio de encuentro que permita formar redes y articular estrategias, así como exigir espacios de protagonismo y de toma de decisiones equitativos. En su primera declaración, el 4 de noviembre, las mujeres reclamaron el derecho a contar sus propias experiencias y que se reconozca en la agenda del FSM Migraciones lo logrado por la lucha histórica de las mujeres por sus cuerpos y territorios.
Alejandra Scampini, una de las protagonistas de ese día histórico, contó que la asamblea surgió porque las mujeres que vienen participando desde el primer FSM Migraciones creado en 2008 entendían que no habían sido consultadas ni durante el proceso de construcción del Foro ni para la declaración final, y que no había suficiente transversalización del género en los temas de discusión del foro a excepción del eje de Género y de la Primera Cumbre Mundial de Madres de Migrantes Desaparecidos. “Obedeció a un reclamo muy sentido, la expresión fue la asamblea y la fundación mostró la necesidad de articularse como mujeres y feministas en forma más coordinada”, consideró Scampini. Al mismo tiempo, el taller vinculó el análisis macro de DAWN basado en la justicia social y de género, y el concepto de ruptura de los contratos sociales, con la complejidad del tema de las migraciones, para que las personas migrantes sean consideradas en esa reconfiguración. Scampini evaluó que la experiencia histórica de DAWN en un espacio como el del foro ayudó y facilitó a que se diera la asamblea. “Es una contribución haber llevado esa experiencia, ese rol político, esas estrategias de incidencia y solidarizarse con los movimientos de las mujeres más allá del tema”, consideró.